La obra primaria de Gustavo Sáinz, Gazapo, nos muestra de forma anecdótica la etapa de la adolescencia con situaciones y contextos característicos de este periodo que continúan teniendo vigencia hasta ahora: la desintegración familiar, la curiosidad por la sexualidad, los amigos, el abandono del hogar paterno, en fin, las experiencias inolvidables de un muchacho narradas desde diferentes perspectivas en un discurso ágil y reiterativo.
El autor Gustavo Sáinz (Ciudad de México, 1940), ganador del Premio Xavier Villaurrutia por La princesa del Palacio de Hierro, ha publicado catorce novelas además de su autobiografía y sus obras se han traducido a varios idiomas. Ha editado revistas como Audacia y La Semana de Bellas Artes, fue director literario de las editoriales Joaquín Mortiz y Grijalbo, así como director artístico de la Imprenta Universitaria (1965). Actualmente vive en E.U., donde trabaja como profesor en la Universidad de Indiana, en Bloomington. La obra del creador de Compadre lobo se caracteriza por la experimentación, por la constante búsqueda de nuevas formas narrativas. Mientras que en La princesa del Palacio de Hierro se hace uso de un narrador en primera persona y de un relato metafórico pero coloquial a la vez, con una estructura fija y sencilla de comprender; en Gazapo el escritor de La muchacha que tenía la culpa de todo juega con el orden de los acontecimientos confundiendo al lector sobre la noción del tiempo. Describe los hechos desde diferentes puntos de vista y con distintos narradores, a veces por un relator externo, otras por el protagonista Menelao o por los demás personajes.
Hablar de Gazapo no es sólo referirnos a ella como una novela cargada de hechos “mezclados” en el tiempo que sólo son testimonios subjetivos de las vivencias. Este libro es más que un simple relato de aventuras de unos chicos inexpertos, curiosos y que se expresan de manera “vulgar”; es una obra bien planeada y escrita a tal grado que no pareciera que fuese la primera novela de Sáinz, pues la correlación de las ideas está magníficamente estructurada como si su autor no se hubiera permitido ni un solo error de principiante.
Es curioso observar que la técnica de discurso más utilizada en el libro es el diálogo. Esto como consecuencia de que se trata de un libro plagado de experiencias, por lo que un mismo suceso puede aparecer muchas veces en la historia. El mismo Sáinz lo afirma diciendo que:
“En Gazapo nada parece suceder directamente, y todos los testimonios son oblicuos. Es decir: el lector conoce los hechos después de tres o cuatro rebotes. A veces los hechos dan la impresión de estar sucediendo, y no es verdad: se trata de cintas magnetofónicas que suplantan a la acción…”[1]
En la novela hay conversaciones y expresiones muy interesantes, algunas de ellas picarescas, con un tono de albur más común en los jóvenes de clase media baja, por ejemplo:
“Vulbo apagó el motor.
--Nos ve en este momento —dijo Balmori--. Te hubieras estacionado hasta aquéllos árboles.
--¡Me lleva la chingada! ¿Qué hora es?
--Las cuatro.
--¿Y ese tipo ya está barriendo?
--Es el portero.
--Te pico el agujero.
--Tenemos que madrearlo —sentenció Jacobo.
--No te la jales…”[2]
Al publicar Gazapo, Gustavo Sáinz nunca se imaginó el gran éxito que tendría la novela, pues actualmente se ha traducido a 14 idiomas y ha producido 38 tesis doctorales y muchos autores alaban el trabajo del escritor:
"Este narrador de gazapos (cosas malsonantes, según la tercera y última acepción del Corominas) sabe explorar, sin sentimentalismos, la ternura matizada por el humor: véase Gisela”[3]
“El universo de Gazapo es caprichoso, caleidoscópico y cambiante. No consiste en la imposición sobre la vida de modelos racionales o de causa-efecto, que aunque pueden clarificar situaciones de la narración para el lector, terminan por falsificar las experiencias. En lugar de esto, la novela de Sáinz refleja un mundo complejo, ambiguo, inestable en el que los valores y las normas no están dadas sino que deben buscarse a través de la conciencia experimentadora”.[4]
En conclusión, Gazapo es una novela cambiante, pues al mismo tiempo que habla del amor y de la amistad, combina muy bien entre el curso de la narración algunas dosis de ironía, de una manera diferente a la habitual; con un lenguaje sencillo y repleto de expresiones características del folclore mexicano. Se trata de un libro ameno, divertido e interesante; que exige al lector agilidad mental suficiente para llevar la secuencia correcta de los hechos. Sin duda alguna, una maravilla literaria creada por un escritor que, en su momento, fue una promesa de la prosa mexicana: Gustavo Sáinz.
[1] Artículo, en el Blog http://degazapo.blogspot.com/2006/09/gustavo-sainz-una-obra-que-rompe-la.html, Gustavo Sáinz: Una obra que rompe la manera mexicana de novelar, por Emmanuel Carballo, 27 de septiembre de 2006
[2] Sáinz Gustavo, Gazapo, Editorial Joaquín Mortiz, México, octubre de 2002, pp. 186, p. 17
[3] Biblioteca Gustavo Sáinz, http://www.gustavosainz.com/profile/Gazapo, Acerca del libro, Ramón Xirau
[4] Biblioteca Gustavo Sáinz, http://www.gustavosainz.com/profile/Gazapo, Acerca del libro, Lanin A. Gyurko